Amigos, les comparto el prólogo de mi nuevo libro.
Es probable que los habitantes del vasto universo cibernético se pregunten –de
buena fe- cómo se relacionaban entre sí los humanos antes de Bill Gates y Steve Jobs.
Si por casualidad se vieran despojados de sus herramientas básicas: el ahora vetusto
celular, Internet, Youtube, Whatsapp y Twitter, probablemente se sentirían aislados,
incomunicados… sin amigos.
La buena noticia es que la amistad y la comunicación humana son anteriores a
cualquiera de estas invenciones. La mala noticia para los internautas a tiempo completo
es que les costaría mucho adaptarse a un mundo sin tecnología digital. Por ahora el
problema está descartado… pero ¿y si ocurriera un gran apagón?
“Debemos reconocer, escribe Adrián Torres, que todo individuo es, de alguna u
otra forma, producto de su tiempo, y que su obra tendrá relación directa con la actitud
que este asuma frente a su entorno inmediato”. Por ello, insiste, “en el caso de nuestro
autor (Cicerón), tal vez más que en cualquier otro, la relación con su época, con su
momento histórico, va a constituir la base de su desempeño como hombre público, y
sobre todo de su actitud como orador y filósofo”.
Se trata del análisis de la obra Laelius De Amicitia, de Marco Tulio Cicerón.
Lejos de la hoy habitual superficialidad de las amistades por Internet, Cicerón llama a
sus seguidores “para que antepongáis la amistad a todas las cosas humanas”. El
requisito es el convencimiento de que “la amistad no puede existir sino entre los
buenos”. Es un pensamiento que no es exclusivo de Cicerón, ya que, como comenta
Torres, “cabe señalar que esta idea sobre la amistad, así como la posibilidad exclusiva
de los hombres virtuosos de acceder a una verdadera semejanza, es común a toda la
reflexión griega”.
Cicerón eleva la amistad a los más altos niveles. En una cita que incluye Torres
en su obra señala: “… la amistad no es otra cosa que un común acuerdo de todas las
cosas divinas y humanas con benevolencia y afecto; ciertamente no conozco nada
mejor, excepto la sabiduría, que haya sido dada al hombre por los dioses inmortales”.
Una idea parecida plantea Antoine de Saint-Exupery en El Principito cuando el
Zorro explica cómo “se crean vínculos”: “Si me domesticas, nos necesitaremos
mutuamente. Serás para mi único en el mundo y yo seré para ti único en el mundo…”.
La clave consiste en “tener mucha paciencia”. En tiempos antiguos, incluidos los
de Cicerón, esto se daba por supuesto. Una pregunta posible es si ello puede ocurrir en
la actualidad, de ritmos permanentemente acelerados.
Pero eso es harina de otro costal.
Conforme el análisis de Adrián Torres, este elogio de la amistad, es la clave de
la obra de Cicerón, Más aún: es “la fuerza cohesionadora de cuantas cosas existen en la
naturaleza y en al mundo, siendo una fuerza motriz que alterna en equilibrio antitético
con la discordia”.
Coincide ciertamente con lo que señala la definición de la Real Academia
Española: “Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que
nace y se fortalece con el trato”. De más está decir que comparte su raíz latina con el
amor.
A lo largo de la historia se ha hablado muchas veces de la amistad en los más
variados ámbitos. Se mencionan amistades célebres en la literatura, como don Quijote y
Sancho Panza; el cine y el arte en general. Un buen ejemplo chileno es la pareja
formada por Mampato y Ogú, aunque necesariamente hay que dar espacio a Condorito y
su compadre “On Chuma” y tantos otros.
La obra de Adrián Torres no es un tratado sobre las redes sociales ni mucho
menos. Sin proponerse hacer alusión alguna al estado del arte en nuestra era
tecnológica, el autor solo profundiza en un tema muy anterior… y por lo mismo su
trabajo es mucho más valioso ya que nos podría ayudar a entender mejor lo que está
ocurriendo.
De las “grandes amistades” descritas en el siglo pasado por Raïsa Maritain,
hemos entrado en una época en que las amistades se basan en un twitt, en un whastapp o
en un video en Youtube. Permitirnos entender sus flaquezas y debilidades, es el gran
aporte de Adrián Torres. Aunque él ni siquiera se lo haya propuesto.
Abraham Santibáñez
Julio de 2014.